En Uruguay un Papá viaja 230 km pero solo le dejan ver una hora a su hija.


Tras casi cuatro años, Miguel volvió a ver a su hija, en un lugar público. Es a quien Michelle Suárez le hizo perder la patria potestad. Una hora a la semana, dos veces en lo que va de este mes.

Eso es lo que Miguel R. ha podido ver de su hija Mayra en agosto. Para lograr aunque sea que la niña le devuelva la mirada va y viene de Montevideo a Maldonado, donde viven él y ella, 130 kilómetros de ida y 130 de vuelta.

Por ahora, todo es un ejercicio de paciencia y de dolor. Miguel R., un obrero de la construcción, es el hombre que desde fines de 2014 no había podido ver a su hija porque una abogada, Michelle Suárez, actuando de “mala fe” en una “maniobra fraudulenta”, según la Suprema Corte de Justicia (SCJ), logró que perdiera la patria potestad, sin que él lo avalara ni supiera, en marzo de 2015.

La propia SCJ hizo lugar al recurso de revisión de esa sentencia el 5 de abril de este año.

Ese episodio significó luego el procesamiento y la lápida a la breve carrera política de la también senadora Suárez. “En eso estamos, estamos teniendo unos encuentros semanales en lugares públicos, en Maldonado. Participa también el defensor de la niña. Participa también la mamá. Por ahora, es lo que permite el tiempo y lo que la niña va aceptando. El trato todavía es casi inexistente”, le contó a ECOS una de las abogadas de Miguel, Silvana Gonda.

La madre de la pequeña, Joana I., también fue señalada por la SCJ como parte de esa maniobra fraudulenta en el que el padre perdió la patria potestad. Y, de acuerdo con Gonda, pese a que la Justicia ha actuado, no ha facilitado el reencuentro de la niña con el otro progenitor. Por ahora, describe la abogada, la revinculación del padre con la niña –que tenía tres años cuando dejaron de verse- se limita básicamente a una “contemplación”. Básicamente, porque hay muchos adultos pendientes de esos encuentros. “No debería ser así.

En la última audiencia, en el Juzgado de Familia de Atlántida, se intentó que no fuera algo tan estructurado, que fuera algo naturalizado, por eso se dijo que fuera en espacios públicos. Es importante que la madre lo habilite pero… no lo está haciendo con su comportamiento. El adulto referente (en alusión a la madre) no habilita la vinculación con el otro a partir de las palabras, el comportamiento, el juego… o no parece habilitarlo.

Eso es lo que percibe la niña”, indicó Gonda. La abogada define a su cliente como un hombre muy tolerante, “que ha sabido esperar y esperar”, en referencia al largo proceso judicial culminado en abril.

Él tiene otros cuatro hijos y con todos tiene vínculos, dice su representante legal. Uno de los motivos esgrimidos por la otra parte, antes que la mentira cayera por su propio peso, era que Miguel no estaba interesado en mantener contacto con la niña. La Justicia determinó que él se hiciera cargo de las sesiones psicológica a la niña.

Hay cosas que solo puede sanar y superar el tiempo. Justamente el tiempo y la actitud de los adultos fueron quienes los que generaron el daño. “Mayra tiene que darse cuenta que esta es su vida también.
Y que él (por Miguel) es su padre”.

Pase a su actitud “paciente”, Miguel le ha confesado a su abogada su dolor. “Su única misión hoy es lograr un contacto visual, un juego… está siendo complicado. Pero es una persona que no baja los brazos. Tiene la esperanza de que todo se vaya encaminando”.

 Al menos hoy puede aspirar a una mirada de su hija.

 LEONEL GARCIA

 Podes leer mejor esta nota acá:

 260 kilómetros ida y vuelta de un padre por una hora y por una mirada.Por: Leonel García

 http://ecos.la/UY/13/Sociedad/2018/08/21/26106/260-kilometros-ida-y-vuelta-de-un-padre-por-una-hora-y-por-una-sonrisa/

Entradas populares